martes, 31 de diciembre de 2013

CUENTO QUE REALIZAMOS EN CLASE...

MI AMIGO SEBASTIÁN...




Érase una vez un elefante llamado Sebastián que solía coger  sol todos los días en su hermosa tumbona.
 Cada día nada más llegar del trabajo cogía su tumbona, su bañador y sus gafas de sol y podía estar echado en la tumbona toda la tarde. Vivía en un paraíso donde el sol se ponía todos los días, nunca llovía, nunca se oía el murmullo del viento, el sol y el calor era lo que imperaba en ese lugar.
Un buen día Sebastián derrotado del trabajo se dispuso a echarse en la tumbona como de costumbre y de repente oyó un ruido extraño e inquietante.
Sebastián se levantó de su tumbona estupefacto y no se podía creer lo que estaba viendo.
Era una pantera que había llegado a ese lugar, calurosa, desorientada y en busca de ayuda.
Sebastián no lo pensó dos veces y fue corriendo a la orilla del rio para ayudarla. Una vez allí Sebastián le preguntó: ¿Te encuentras bien? la pantera asustada solo abrió la boca para decirle  ¡¡ Ala, que trompa más grande!!
Sebastián insistió: ¿Te encuentras bien? Al ver que no respondía decidió llenar su trompa de agua, y bañó a la pantera de arriba  abajo.
La pantera empapada era lo que iba buscando y se lo agradeció. Me llamo Celia,  me he perdido y estoy lejos de casa.
Sebastián le respondió: ¿Y cómo es que has llegado hasta aquí?
Celia le respondió: Me he enfadado con mi familia, sobre todo con mi padre, he ido a un sitio prohibido  y no veas la que me han montado. Me he escapado por la noche y he llegado hasta aquí sedienta y con mucho calor.
Sebastián tenía claro que debía de ayudarla pero para él era difícil, nunca había conocido a nadie ni  ayudado a alguien, su tumbona y los rayos del sol eran sus inseparables compañeros.
Sebastián no sabía muy bien lo que hacer, estaba confuso, y al final le dijo a Celia que fuera en línea recta hasta un bosque, allí encontraría un refugio.
Celia desorientada, triste y cabizbaja siguió el camino que le indicó Sebastián y desapareció de ese lugar.
Sebastián siguió en su tumbona un poco impactado por la situación que había ocurrido con Celia y se dejó dormir… Al caer la noche, Celia, que no se había ido de ese lugar, escondida entre unos matorrales, pasaba la noche como podía, sin comer ni beber.
A Celia se le ocurrió una brillante idea
Quería entrar a la casa de Sebastián y ver si tenía comida y bebida. Quería también birlarle su bonita tumbona, aunque veía que era bastante difícil.
Y así hizo. La pantera sigilosamente entró en la casita de Sebastián y empezó a comerse todo lo que tenía. Chuletones, carne a la brasa, salchichas… un sinfín de manjares que Sebastián tenía para comer durante el invierno.
Cuando Celia terminó de comer, muy sigilosa para no despertar a Sebastián, se dispuso a quitarle su más preciada tumbona, y así hizo.
A la mañana siguiente Sebastián se levantó del suelo y vio que no estaba su tumbona. Fue a coger algo de comida y no había nada, la vida de Sebastián cambió para siempre. Sebastián ya no era nadie sin su tumbona.
Pasaron unos días y Sebastián decaído y triste se sentaba al lado de un tronco y rompía a llorar cada vez que salía el sol. Sabía que tenía que buscarse la vida para llevarse algo a la boca.
Un día, Celia, arrepentida de lo que hizo, llegó a ese lugar y trató de hablar con Sebastián. Celia le dijo que había formado una familia nueva en un bosque encantado y que ella había sido la responsable del robo. Sebastián no podía creer lo que estaba escuchando pero ya le daba igual.
Fueron tantos días sin su tumbona y sin comida que se acostumbró a sentarse al lado del tronco y a pasear por ese lugar.
Celia avergonzada por lo que había hecho, había recapacitado y le propuso a Sebastián irse a vivir con él.
Y así hicieron Sebastián y Celia emprendieron el camino al bosque encantado y vivieron felices.

FIN

NOTA
(Hemos hablado de las correcciones acerca del cuento entre todos y todos coincidían en que hay muchas palabras con un vocabulario complicado para los niños, el final del cuento no es el adecuado, faltaba otro personaje, no voy al meollo de la cuestión no hace tantos detalles, que no le interesa al lector)

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